Una matriarca del siglo XXI

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Angeline Pino

Amazon es una matriarca que forjó una familia en la espesura del bosque, en las montañas de Boquete, donde aún se preserva todo vestigio de vida. Con su mirada profunda, figura de diosa, cabello arremolinado y cálida sonrisa, esta panameña de 35 años posee una admirable sensibilidad para el cuidado de los demás, una habilidad heredada de sus antepasadas. Es madre de dos hijos a los que cuida con libertad, un principio que para ella es la clave de la felicidad.

—¿Qué define a una matriarca? —le pregunté.

—Matriarca viene de madre, y uno de los aspectos más importantes de ser madre es la capacidad de amar a todos por igual. Por eso, una matriarca sabe amar a más de una persona con la misma intensidad y sin distinción —respondió con aire majestuoso.

Tras una breve pausa, suavizó su voz y añadió:

—En mi cultura —dice mientras ralla un coco para el almuerzo— no existe el sentido de posesión ni los celos. Nos ven como deidades, portales divinos, fuente de prosperidad y abundancia.

Las matriarcas cuidan su alimentación, meditan, dejan crecer su cabello, practican tantra o sexualidad sagrada, regulan su reloj biológico y respetan la vida en todas sus formas. No fuman ni beben, y muchas tienen un caldero y una escoba, como las antiguas brujas.

Amazon recuerda cómo su madre y otras ancianas lloraban a menudo por sueños premonitorios. Veían un futuro en el que muchas jóvenes se inclinarían hacia una vida consumista y sedentaria, desconectadas de la naturaleza y sus ritmos sagrados.

Por eso, su pasión es enseñar a las personas a sanar. Ante la curiosidad de la cronista, esta mujer excepcional resumió su método con la solemnidad de una puesta de sol:

—Les enseño a escuchar su cuerpo. No hago dietas ni ejercicios, tampoco receto medicamentos. Mi método de sanación holística cura el cuerpo desde adentro, con una combinación de alimentos saludables y limpiezas profundas.

Hace más de una década, Amazon viajó por ocho países, tratando de armonizar los conocimientos heredados con los secretos que durante siglos habían sido custodiados por sabios maestros. Aprendió valiosas lecciones que aplicó en su propio cuerpo.

—Durante diez años experimenté mi método y ahora transformo vidas, ofreciendo sanación física, mental y emocional —dice con un entusiasmo contagioso.

Personas de todo el mundo, tanto locales como extranjeras, dejan sus rutinas para pasar un mes en el santuario de la matriarca Amazon, frente a las faldas del volcán Barú, buscando alivio. Allí aprenden a cocinar, practicar yoga, sembrar, meditar, entre otras actividades.

Ante la asombrosa paleta de colores que ofrece la naturaleza, el éxito de la cura está garantizado. Sobre la mesa: coliflor, tomate, apio, berenjena y hierbas para aderezar. La cena comienza con palabras de gratitud, y desde el primer día, se aprende a masticar conscientemente. El canto de los pájaros y el aroma a sándalo hacen que aquellas mentes cansadas encuentren paz.

Es un privilegio para cualquier forastero pasar una noche en una rústica habitación con techo bajo las estrellas. Pero no todos son bienvenidos al santuario amazónico, diseñado y construido por esta sabia mujer; solo aquellos con un auténtico deseo de sanarse.

Los viajeros que buscan salud se sorprenden al encontrar, en las alturas de las montañas boqueteñas, no solo la hospitalidad de Boris (un francés con quien Amazon ha celebrado siete ceremonias de boda), sino también un hermoso templo de adobe rodeado de vegetación, donde solo se entra descalzo, después de aceptar un estricto código de conducta.

Amazon dice que no guarda secretos, y afirma que su mayor deseo es que todos podamos disfrutar de una existencia plena y extraordinaria, en perfecto equilibrio con la vida y el universo que nos rodea.

—Si nacieras de nuevo, ¿qué te gustaría salvar? —le pregunté con curiosidad.

Amazon suspiró profundamente y, con un gesto de agradecimiento, respondió:

—La sabiduría de mis antepasados, porque con ella podré conservar el sentido de pertenencia a la familia humana, el amor por la tierra, por mis hijos y por Boris.

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